2012/03/23

La caza comercial de la Becada a debate en FANBPO

Iturria: CCBP



21/3/2012


El debate sobre la caza comercial de la becada será el tema central de la próxima Asamblea General de la Federación de Asociaciones de Becaderos del Paleártico Occidental (FANBPO), que se celebrará en el mes de junio en la localidad francesa de Limoges.

Fanbpo es la asociación que agrupa a los clubes nacionales de becaderos de Europa en la persecución del objetivo de un mejor conocimiento de la especie y de su caza sostenible. El Club de Cazadores de Becada es el único representante español en esta Federación.

Desde Fanbpo se percibe un incremento de la preocupación de los becaderos europeos en relación con los viajes turísticos de caza de becadas, viajes que conducen principalmente a sorderos franceses, españoles o italianos hacia los lugares de cría de esta especie en el norte de Europa o a zonas de invernada del oriente europeo. Del mismo modo, los cazadores locales de estos países también están alzando la voz con denuncias sobre los abusos de los cazadores occidentales durante estos viajes. En sintonía con esta preocupación Fanbpo editó en diciembre de 2011 un dossier denunciando las capturas exageradas durante algunos de estos viajes y pidiendo un mayor control de las autoridades.

Desde Fanbpo no se pretende terminar con estos viajes de caza, ya que en el seno de la Federación se considera que la explotación de este recurso es un derecho legítimo de los habitantes de estos países, pero sí se entiende como primordial el que ese aprovechamiento se realice desde unos criterios de sostenibilidad y de una manera ordenada. 



De este modo, Fanbpo va a luchar por canalizar estos viajes y regularizarlos a nivel internacional de modo que se efectúe de forma racional, exigiendo un compromiso de las partes implicadas con el fin de evitar abusos.

Para ello, se cree que las agencias que organicen los viajes deberían estar legalizadas y registradas, así como garantizar el cumplimiento de unos mínimos requisitos de explotación racional de la caza de becadas, entre los que se encuentra como fundamental el establecimiento de un cupo de capturas. En este sentido y desde el Club de Cazadores de Becada se ha propuesto la implantación de un carné de capturas a nivel europeo y potenciar mediante un label o sello de calidad aquellas agencias que promuevan y garanticen viajes en los que la caza se realice con criterios de racionalidad.

Por otro lado, desde la Federación se pedirá un mayor control para evitar la entrada ilegal en la Unión Europea de estas aves, cuya comercialización está prohibida en el ámbito de la Unión.


Por Miguel Minondo

2012/03/22

Distribución y población del picamaderos negro en Álava

Iturria: ANI/IAN



2012/03/11

DISTRIBUCIÓN Y POBLACIÓN DEL PICAMADEROS NEGRO EN ÁLAVA

AVANCE DE RESULTADOS
Junio 2011

Durante la primavera de 2011 se ha llevado a cabo en Álava un estudio destinado a actualizar el conocimiento del área de distribución y estimar el tamaño de la población reproductora de picamaderos negro (Dryocopus martius). Aunque la información publicada sobre la especie en los últimos atlas de aves nidificantes e invernantes (Simal & Herrero, 2003; Gainzarain, 2006; figura 1) sugería ya una expansión del área de distribución “tradicional” de Pirineos y Cordillera Cantábrica, en los últimos años ha tenido lugar un incremento considerable del número de citas en zonas intermedias (Burgos y País Vasco, fundamentalmente). Documentar este proceso de expansión ha sido el objetivo del trabajo.

La metodología utilizada consistió en la realización de itinerarios por parte de observadores cualificados, atravesando zonas forestales (hayedos y pinares de pino silvestre y laricio) con el fin de 1) obtener contactos visuales o auditivos con ejemplares, y 2) registrar indicios o rastros de alimentación atribuibles a la especie. El trabajo de campo se efectuó principalmente durante el mes de marzo y la primera quincena de abril, periodo durante el cual se supuso que la detectabilidad de la especie sería mayor. No se emplearon reclamos.

El área de estudio ha sido Álava junto con los enclaves de Treviño (Burgos) y Orduña (Bizkaia). Con ayuda del Mapa de hábitats EUNIS del País Vasco (Gobierno Vasco, 2005), en cada cuadrícula UTM de 100 km2 se identificaron las manchas existentes de las formaciones arboladas mencionadas anteriormente. Las cuadrículas fueron adjudicadas a los participantes, estandarizando el esfuerzo de campo a realizar en cada una de forma aproximadamente proporcional a la superficie ocupada por las manchas potenciales. Así, se planteó la realización de un mínimo de 5 medias jornadas (4-5 horas de duración) en aquellas cuadrículas con mayor superficie boscosa (29 a 37 km2), 2 en las de menor (2 a 6 km2), y 3-4 en las que presentaban coberturas intermedias. Del total de 50 cuadrículas en el área de estudio, se prospectaron finalmente las 35 seleccionadas previamente por disponer de hábitats potenciales (figura 2).

Gracias al elevado número de participantes en el trabajo de campo se ha logrado una cobertura óptima en prácticamente toda el área de estudio. En casi todas las cuadrículas se pudieron llevar a cabo en marzo y abril el mínimo de muestreos requerido en la metodología propuesta (en varios casos se realizó un número considerablemente mayor). La única excepción ha sido la WN55, cuyos recorridos no pudieron efectuarse hasta primeros de mayo. En varias zonas, por otra parte, se ha extendido el periodo del trabajo de campo al mes de mayo, con el fin de confirmar la presencia del picamaderos en localidades con indicios y/o citas dudosas. Aunque en teoría fuera del periodo más adecuado para la detección de la especie, varios territorios se han confirmado gracias a las visitas efectuadas en estas fechas tardías.

Los datos aportados por los participantes han permitido constatar fehacientemente -mediante la observación o escucha de ejemplares- la presencia del picamaderos negro en 14 de las cuadrículas estudiadas. En todas se han encontrado, además, rastros de alimentación inequívocamente atribuibles a este pícido. En tres cuadrículas más no ha sido posible registrar contactos directos, aunque se han hallado en ellas indicios sospechosos o se dispone de citas en época de reproducción anteriores a 2011 (figura 3).

Así pues, el área de distribución del picamaderos negro en Álava abarcaría en la actualidad el macizo de Gorbea y sus estribaciones; los montes de Arlabán; la vertiente meridional de las sierras de Elguea-Urkilla-Altzania desde Larrea hasta el límite con Navarra; la alineación formada por Entzia-Iturrieta-Montes de Vitoria hasta, aproximadamente, el monte Pagogan; y la sierra de Árcena, aunque en este caso la especie ha aparecido sólo marginalmente en la parte alavesa. Zonas donde existen sospechas de presencia, pero no ha podido ser confirmada por el momento, son los pinares de Valdegobía, el sector más occidental de Montes de Vitoria y la periferia de la depresión de Izki. Aunque existen algunas citas recientes, no se han obtenido indicios de ningún tipo en la comarca Cantábrica Alavesa-Orduña, ni en las sierras de Kodes y Lokiz. Por último, tampoco se han localizado indicios en los hayedos y pinares de la vertiente norte de la Sierra de Cantabria, y en este caso ni siquiera constan citas o avistamientos.

En cuanto a una aproximación al tamaño de población, se ha entendido que la detección de varios ejemplares en una misma jornada, o en jornadas separadas, podía interpretarse como la presencia de individuos territorializados. Analizando las distancias lineales entre diferentes contactos, y en función de los dominios vitales descritos para la especie en la bibliografía, puede estimarse provisionalmente entre 19 y 22 el número de “territorios” en el área de estudio. Los ejemplares asentados o territoriales no necesariamente son nidificantes, pero cuantificar esa fracción de la población ha estado fuera del alcance de este trabajo. Por otro lado, la falta de conocimientos sobre la autoecología de la especie en la Península Ibérica en general y en el área de estudio en particular impide saber si existe una población flotante o dispersante, que pudiera generar una sobrevaloración del número de territorios.

En conclusión, con este estudio se ha podido documentar la rápida colonización y asentamiento de una especie ausente del área de estudio hasta finales de los años 90. Las vías de expansión claramente se han focalizado a través de las sierras con mayor extensión de hayedos, aunque algunas formaciones de coníferas de montaña (pino albar y laricio), en buena parte plantaciones, también han sido ocupadas, al menos como zonas de alimentación. Las variaciones en la estructura y calidad de los rodales forestales, así como su proximidad geográfica y conectividad con las áreas previamente ocupadas por el picamaderos negro (áreas fuente) podrían explicar las diferencias en la abundancia de la especie, o su ausencia en determinadas comarcas.



Participantes voluntarios

G. Abascal, I. Agirre, D. Alday, R. Apaolaza, R. Arambarri, C. Arkotxa, G. Belamendia, E. Bernedo, J. Buesa, M. Corral, J. Echegaray, B. Fernández, J. M. Fernández (coordinador), J. A. Gainzarain (coordinador), J. Garayo, J. I. García, A. Gracianteparaluceta, M. Iglesias, S. de Juan, L. Lobo, J. Markinez,  I. Martínez, J. L. Pina, P. Ruiz de Arkaute, N. Ruiz de Azua, M. Salvador, F. J. Sesma, F. Silván, A. Unanue y B. Valcárcel. 


Sección de Parques Naturales de la Diputación Foral de Álava


L. Abin, I. Ayala, E. Cabanillas, A. Cantero, M. Carrasco, L. Dueñas, J. Enjuto, J. M. Gómez, A. Ibáñez de Maeztu, L. Lacha, A. Montoya, R. Preciado, A. Puente, J. Rubines, M. Sáenz de Buruaga, A. Tirados, J. Villasante, A. Zufiaur y Consultora de Recursos Naturales SL. 




Referencias

  • Gainzarain, J. A. 2006. Atlas de las aves invernantes en Álava (2002-2005). Diputación Foral de Álava.
  • Gobierno Vasco. 2005. Mapa de hábitats del País Vasco. Sistema de clasificación EUNIS. www.geoeuskadi.net.
  • Simal, R. & Herrero, Á. 2003. Picamaderos negro. En Martí, R. & Del Moral, J. C. (eds.): Atlas de las aves reproductoras de España, pp. 354-355. Ministerio de Medio Ambiente. Madrid.


Figura 1. Cuadrículas UTM de 100 km2 con presencia detectada de picamaderos negro según el atlas de aves reproductoras de 1998-2001 (izquierda) y el atlas de aves invernantes de 2002-2005 (derecha).



Figura 2. Cuadrículas UTM de 100 km2 muestreadas en el área de estudio durante el presente trabajo.





Figura 3. Cuadrículas UTM de 100 km2 en el área de estudio con presencia confirmada (círculos rellenos) o posible (círculos vacíos) de picamaderos negro durante la primavera de 2011.

2012/03/21

Sobre la caza de la arcea

Iturria: La Nueva España

Sobre la caza de la arcea

La situación de la especie en Asturias

 17:51  

La arcea se ha constituido en la principal especie de caza menor en la región cantábrica y afronta una intensa presión

FLORENTINO BRAÑA
CATEDRÁTICO DE ZOOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO
En las últimas semanas se ha estado madurando la elaboración de la normativa de caza que se publicará en la Disposición General de Vedas de Asturias para la temporada 2012-13, con la reunión preceptiva del Consejo Regional de la Caza, órgano sin capacidad decisoria, pero escenario natural de presentación y discusión en esta materia. Con respecto a la caza de la arcea o becada, ha habido diversas propuestas planteadas por representantes de la Federación Asturiana de Caza, del Club de Cazadores de Becada (CCB), de grupos ecologistas y de sociedades de cazadores, generalmente tendentes a incrementar la presión cinegética con respecto a la situación vigente desde hace años, ya sea prolongando el período hábil o aumentando el número de días de caza por semana. Por mi parte, como director de un grupo de investigación que realiza estudios sobre biología de la arcea, argumenté contra el posible aumento del número de jornadas de caza ante la Dirección de Recursos Naturales del Gobierno del Principado de Asturias y extenderé aquí lo principal de esa argumentación y los fundamentos de algunas propuestas de manejo, con el propósito de suscitar un debate que llegue a un público más amplio y particularmente a los cazadores individuales no organizados.

Con las dificultades que implica la gestión de poblaciones invernantes de una especie migratoria cuya área principal de reproducción dista miles de kilómetros de la zona de invernada, y de la que no es fácil predecir el contingente anual de inmigrantes que recibiremos, las condiciones de caza de arcea en Asturias se mantienen desde hace años en parámetros aparentemente razonables en cuanto a la extensión de las zonas de reserva, la amplitud del período de caza, el número de días de caza por semana y el cupo diario de capturas. De hecho, este modelo se ha tomado como referencia por parte de algunos colectivos de cazadores particularmente preocupados por la conservación de la especie y la sostenibilidad de su caza. En tiempos, también por parte de una corriente significativa dentro del CCB, que propugna ahora un aumento sustancial de la presión cinegética sobre la especie en Asturias.

Los muestreos que hemos realizado en Asturias en los últimos años, comparando índices de abundancia de arceas en zonas cazadas (cotos regionales de caza) y en zonas similares no cazadas (zonas de seguridad y espacios protegidos), indican que la caza produce, aún en esas condiciones de relativa moderación, un fuerte impacto sobre las poblaciones locales, con una reducción sustancial de los niveles de abundancia en las áreas cazadas. Aun así, la presión cinegética sobre la arcea es menor en Asturias que en otras comunidades del norte de España, ya que está amortiguada por la gran extensión de las zonas de reserva y por el número relativamente reducido de jornadas de caza a lo largo de la temporada, lo que, unido a una cierta movilidad y redistribución de los individuos motivada por la búsqueda de nuevas zonas de alimentación y por cambios en las condiciones meteorológicas, hace posible que las arceas estén presentes durante el invierno en casi cualquier punto de Asturias. Así debe ser, ya que no es admisible actuar sobre una población hasta el punto de llevarla a su práctica desaparición de las zonas cazadas, aunque ésta se renueve cada año con la llegada de nuevos contingentes migratorios. La prioritaria exigencia de conservación no debe limitarse a garantizar que la especie esté presente de forma testimonial en un territorio, sino que deberíamos procurar que se mantenga como entidad ecológica funcional, con los niveles de ubicuidad y abundancia necesarios para que cumpla de forma significativa su papel de interacción en las comunidades.

Las series históricas de capturas de arcea registradas en diferentes zonas de Europa indican que esta especie ha experimentado un rápido e importante declive poblacional a mediados de la década de 1960 y una cierta estabilización posterior. En Asturias, el análisis de los índices de abundancia obtenidos en recorridos de caza estandarizados que se han obtenido en los últimos 20 años (recopilados, en buena medida, gracias al esfuerzo personal de Pablo González-Quirós con la colaboración de decenas de cazadores) no revela ninguna tendencia decreciente en este período. Todo parece indicar, por tanto, que las actuales condiciones de regulación de la caza en Asturias son compatibles con la conservación de la arcea e incluso con el mantenimiento de densidades aceptables en buena parte del territorio, lo que no impide que existan amplias áreas sobreexplotadas, principalmente en las zonas bajas del centro y oriente de la región. La conservación de la población reproductora local parece igualmente compatible con esa presión cinegética, a juzgar por la frecuencia de observación de machos en vuelos de exhibición durante el período de celo en bosques de montaña. Los muestreos realizados en las primaveras de 2004 y 2009 no indican menor abundancia o restricción en el área de ocupación en relación con numerosas observaciones menos sistematizadas acumuladas desde finales de la década de 1980. Éste es un asunto capital, ya que los análisis genéticos realizados en diferentes poblaciones que abarcan prácticamente toda Europa, desde Inglaterra y Noruega hasta Rusia, señalan un alto grado de diferenciación de nuestras arceas autóctonas, que creemos esencialmente sedentarias. Aunque su distribución durante el verano se limita a los bosques de montaña, en los que no se practica la caza de esta especie, las arceas se desplazan en invierno hacia las zonas bajas y son indistinguibles morfológicamente de las invernantes de origen norteño con las que coexisten, de modo que son igualmente objeto de caza cuando se asientan dentro de los límites de los cotos regionales. Los indicios preliminares basados en análisis de isótopos estables en las plumas (deuterio, principalmente), que constituyen un marcador sobre origen geográfico de probada eficacia cuando se trata de discernir distancias importantes en el eje latitudinal, y en las recapturas de arceas marcadas, sugieren que globalmente la incidencia de la caza sobre nuestra singular población reproductora es baja, pero tal vez sea más elevada en las proximidades de las áreas de montaña en que habitan durante el verano, y esa comprobación requeriría un estudio específico con vistas a garantizar su conservación.

No disponemos actualmente de toda la información que exigiría una gestión científica rigurosa de la especie, ni es posible estrictamente abordar dicha gestión a escala regional, dado que los contingentes de arceas invernantes en el sur de Europa se nutren de una mezcla de efectivos procedentes de diferentes áreas de reproducción en una amplísima franja del norte de Europa (desde Escandinavia hasta los Urales), cuya aportación cambia según años en función de las variaciones en el reclutamiento en esas áreas y de las condiciones meteorológicas durante la migración. Además, la conectividad entre las áreas de cría y las de invernada es difusa, ya que, si bien los adultos supervivientes tienden a retornar a las inmediaciones del lugar de su primera invernada, hay una parte importante de la población invernante (40-70%, según años) constituida por jóvenes menores de un año, que no tienen vinculación previa con ningún territorio. En otras palabras, puesto que el ciclo vital de las arceas incluye la reproducción, la migración y la obtención de recursos en áreas geográfica y climáticamente diversas, la dinámica poblacional de estas aves migratorias no puede ser comprendida desde una perspectiva local, de modo que la escala de estudio debe ser lo suficientemente amplia (en tiempo y espacio) para enmarcar procesos globales. Otra consecuencia lógica es que el manejo de esas poblaciones debería ser objeto de regulación internacional. Hay iniciativas en marcha en esa dirección, pero tropiezan con graves dificultades, ya que las competencias en materia de regulación de la caza están fragmentadas no sólo en función de la legislación general de ámbito estatal, sino de normativa específica de las comunidades autónomas y aún de territorios o provincias dentro de cada comunidad; así, por ejemplo, al examinar las órdenes de vedas de la temporada de caza 2011-12 en las comunidades de la región cantábrica, encontramos que el número de días por semana en que se permite la caza de la arcea varía considerablemente en territorios contiguos y esencialmente equivalentes: dos días semanales de caza además de los festivos en Asturias, tres días más los festivos en Álava y Cantabria, todos los días salvo los viernes en Vizcaya, todos los días sin excepción en Guipúzcoa. Ningún argumento justifica tanta disparidad.

Dada la variación entre años en la arribada de arceas y el carácter esencialmente impredecible de esa heterogeneidad, sería razonable regular la extracción en función de la población invernante que efectivamente se constate cada año. Ello exigiría regular la presión cinegética anual tras la realización de muestreos destinados a valorar el tamaño de población y otros pocos parámetros relevantes, como la proporción de jóvenes del año entre los inmigrantes, que da cuenta del éxito en la reproducción y explica en torno al 60% de la variación interanual de las capturas en Asturias. Por supuesto, esa valoración haría necesario retrasar el inicio de la temporada hasta el momento en que la migración se hubiera completado, lo que resulta incompatible con el ejercicio de la caza en sus parámetros actuales. La realidad es que las condiciones de regulación de la caza se deciden actualmente con independencia de cualquier expectativa sobre las características de la migración y se determinan, de hecho, con varios meses de antelación con respecto al inicio de la migración e incluso antes de que se inicie la reproducción que nutrirá la población invernante. No hay intención, por tanto, de aplicar criterios científicos o técnicos a la gestión, sino únicamente la confianza en que, en tanto no se incremente sustancialmente la presión cinegética, se mantendrá una cierta estabilidad en el sistema que hará sostenible el ejercicio de la caza. Naturalmente, este planteamiento es inseguro en esencia y exige, como mínimo, mantener una presión de caza moderada y mantener el sistema de vigilancia que ya está operando en Asturias a través del registro de las capturas en cacerías y de la comparación entre zonas cazadas y vedadas. Hay que recordar que en poblaciones de especies migratorias de largo alcance (el salmón es otro ejemplo), las fluctuaciones interanuales de origen natural, derivadas de la alternancia de años de bonanza o escasez en sus amplísimas áreas de reproducción, pueden ser importantes y tener efectos demográficos de recuperación lenta.

Ante la desaparición casi total de otras especies cinegéticas tradicionales, la arcea se ha constituido en la principal especie objeto de caza menor en toda la región cantábrica y afronta en consecuencia una presión muy intensa, incluso excesiva en amplias zonas que quedan prácticamente despobladas al final del invierno. Nada justifica el aumento generalizado del número de jornadas de caza, por tanto. Al contrario, las medidas inmediatas de manejo que cabe aplicar han de basarse en limitar la extracción, ya que la condición de inmigrante invernal de la arcea hace que apenas podamos incidir sobre el reclutamiento en origen. Otra cuestión es la forma en que podría eventualmente reducirse la presión de caza, ya sea modulando la «densidad de cazadores» en los cotos regionales en función de su nivel de extracción, instaurando cupos de captura anuales personales con independencia de los días y los territorios en que se satisfagan, en lugar de los actuales cupos diarios que permiten capturas excesivas en ciertas condiciones, o estableciendo zonas de reserva significativas en el interior de los propios cotos, por poner sólo unos pocos ejemplos. También sería el momento de hacer un esfuerzo para conseguir la coordinación interregional, con el fin de establecer niveles de captura unificados o justificadamente diferenciados, organizar el seguimiento de la fenología de migración e invernada, mantener un sistema de vigilancia y toma de decisiones ante situaciones excepcionales (sequías prolongadas, olas de frío, reproducción catastrófica), entre otros aspectos de la gestión de la arcea que requieren manejo sobre territorios extensos. Creo que el resultado de este proceso no supondría para la mayoría de los cazadores de arcea ninguna o apenas ninguna limitación en el ejercicio de la caza y resaltaría el objetivo de conservación de la especie como exigencia ética y como única posibilidad de mantener la actividad cinegética en el futuro.

Otra tala en el Urumea

Iturria: Eguzki


Las talas continúan imparables en Donostia. La última, la pasada semana.
Esta vez cerca de 50 ejemplares han sido derribados en la margen derecha del Urumea, bajo la clínica Quirón y en el límite con el parque de Gladys Enea.
Se trata del último tramo arbolado que se conserva en la ribera der
echa del Urumea y es una zona que a menudo utilizan los cormoranes para pasar el invierno.


Pues bien, sin saber el motivo “alguien” ha talado cerca de 50 árboles en esa zona, algunos de gran porte.
Desde Eguzki queremos preguntar a las instituciones con competencias (Ayuntamiento, Diputación, Servicio de Costas) si esta tala ha contado con permisos. Y en todo caso, queremos saber quién ha llevado al efecto estos derribos y sobre todo ¿para qué se han talado los árboles?


En su momento se planteo hacer en esa zona una paseo ribereño, algo que desde Eguzki no contemplábamos con agrado, pero desde luego lo que no es de recibo es la tala que se ha realizado, que no acabamos de comprender.
Por lo tanto demandamos información sobre los motivos y autoría de esta tala.

Vultures blind to the dangers of wind farms

Iturria: Nature


Nature | News

Vultures blind to the dangers of wind farms

Collisions with turbines a result of visual adaptation for foraging.
Vultures flying close to turbine blades
Vultures may collide with the blades of wind turbines because of blind spots in their visual field.
M. Mirinha/STRIX
Vultures have such large blind spots in their visual field that they cannot see objects directly in front of them when they fly. This discovery explains why vultures frequently collide with conspicuous structures such as wind turbines and power lines, despite having some of the sharpest eyes of any animal.
This means that making wind turbines more conspicuous will do little to reduce collisions. “You can paint them with bright stripes or hang things off them, but that won’t be effective,” says Graham Martin, an ornithologist at the University of Birmingham, UK, who led the study published this week in the journal Ibis1. “You’ve got to keep the birds and the turbines apart.”
Working with Steven Portugal from the Royal Veterinary College in Hertfordshire and Campbell Murn from the Hawk Conservancy Trust in Hampshire, UK, Martin measured the visual fields of griffon vultures (Gyps fulvus) and African white-backed vultures (Gyps africanus). “I used the same device that an optician would use when you get an eye test,” he says. “These are big birds with big beaks. I did lose a bit of my thumb.”
“These are big birds with big beaks. I did lose a bit of my thumb.”
The researchers found that vultures have large visual fields that give comprehensive coverage of the ground ahead and the sky on either side, allowing them to scan for food while observing other vultures. But they have large blind spots above and below their heads. When they fly, they tilt their heads downwards, so that the space directly in front of them becomes a blind area.
Martin thinks that these blind spots allow vultures to soar without being dazzled by the Sun. “If you’ve evolved an eye with high acuity, you don’t want to constantly expose yourself to something that’s going to reduce it,” he says. Large eyes are most vulnerable to this problem, and Martin has found that big birds such as bustards and cranes share the same blind spots, whereas smaller ones such as pigeons, ducks and herons do not.

Vulture restaurants

“The obvious solution is to move your head,” says Nathan Hart, who studies visual neuroscience at the University of Western Australia in Crawley. “I’d be amazed if vultures do not do this periodically while flying, to build a visual map.”
But Martin argues that vultures would need to turn their heads a long way to accomplish this. “We’ve looked at a lot of film and Campbell [Murn] flies regularly with the birds” using a lightweight aeroplane, he says. “We’re confident that the vultures don’t typically make such exaggerated head movements while foraging.”
These adaptations became a problem only when humans erected large objects in the vultures’ way. “Across Africa and southern Europe, vultures have become frequent casualties of collisions with wind farms,” says Portugal. “It’s an innate behavioural trait that is causing the problem. The speed of the rotating blade doesn’t help.”
“If you’ve got an area where these birds are coming through, you need to distract them away,” says Martin. This could be done by creating feeding stations, or ‘vulture restaurants’, away from wind farms1.
Manuela de Lucas, who studies ethology and biodiversity conservation at Doñana Biological Station in Seville, Spain, commends the study, but she has found that vultures crash into some wind turbines but not others2. “Other factors such as small-scale topography and weather conditions must also be involved in bird mortality,” she says.
In southern Spain, de Lucas has tested a system that uses automated radar devices to temporarily stop wind turbines when vultures pass through. The system halved the number of collisions but cost the farms just 0.07% of their production2. Martin praises the approach. “The power companies are keen to cooperate, because you don’t need to turn the blades off very long and the birds prefer to fly on relatively windless days,” he says.
Martin and his team now want to study the visual fields of other raptors such as hawks, falcons and eagles. “We predict that species that forage like vultures, by looking down, would have the same problem, and species that hunt in forests would not,” says Portugal. “Anecdotal evidence would appear to support this idea.”
Nature
doi:10.1038/nature.2012.10214

Liburu interesgarria: Interspecific Competition in Birds

http://ukcatalogue.oup.com/product/9780199589029.do


Interspecific Competition in Birds

Interspecific Competition in Birds

André A. Dhondt
296 pages | 60 illustrations | 234x156mm
978-0-19-958902-9 | Paperback | 27 October 2011
Also available as: Hardback
Price:  £32.50
Description Author Information Reviews Table of Contents

  • Provides a current, critical review of the importance of interspecific competition in birds
  • Considers the evolutionary effects of interspecific competition, its importance in structuring communities, and its influence on the traits of individual species
  • A comprehensive synthesis based on a series of extensive, long-term experimental studies
  • Ideal graduate course material
In nature there exist three main types of biotic interactions between individuals of different species: competition, predation, and mutualism. All three exert powerful selection pressures, and all three shape communities. However, the question of how important interspecific competition in nature really is remains controversial and unresolved. This book provides a critical and exhaustive review of the topic. Although the examples are limited mostly to birds (interspecific competition and community structure have been exhaustively studied in this animal group, and a lot of experimental data are available), the conclusions reached have a far broader relevance to population ecologists in general. The book reasons that the coexistence of species is the result of both past and presently on-going interspecific competition. Furthermore, understanding the importance of interspecific competition in natural systems will be increasingly important when modelling the effects of climate change on populations.

Readership: This accessible text will be suitable for professional avian biologists and ornithologists as well as graduate students of avian ecology, evolution, and conservation.